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Identifica utensilios con sustancias peligrosas de forma fácil

Muchos utensilios que usamos cada día pueden parecer completamente inofensivos, pero esconder sustancias peligrosas que terminan migrando a los alimentos. Esto ocurre sobre todo con productos de baja calidad, sin información clara o fabricados con materiales poco controlados. Lo mejor es aprender a identificarlos desde el primer vistazo, porque detectar un utensilio inseguro es más fácil de lo que parece cuando sabes qué señales buscar.

El primer indicio suele ser la falta total de información. Un utensilio pensado para estar en contacto con alimentos debería indicar el tipo de material, el fabricante y la aptitud alimentaria. Si no aparece nada de eso, ni un símbolo, ni un texto mínimo, es razonable desconfiar. La ausencia de datos suele ir acompañada de materiales baratos que no cumplen con las normas de seguridad.

Los plásticos son especialmente delicados. Si un envase o utensilio no indica el tipo de plástico y además desprende un olor químico intenso, lo más sensato es no usarlo con comida. Muchos plásticos de baja calidad liberan sustancias cuando se calientan o cuando tocan alimentos grasos. Además, si el plástico pierde color, se vuelve pegajoso o se deforma con agua caliente, es señal evidente de que no está diseñado para usos repetidos ni seguros.

Con los metales ocurre algo similar. Los utensilios fabricados con acero inoxidable de calidad suelen indicarlo claramente. Por el contrario, cuando no aparece ningún dato y el metal tiene un aspecto irregular, zonas rugosas o manchas que aparecen con el uso, es mejor no confiar. Los metales baratos pueden liberar níquel, aluminio o trazas de otros compuestos que no deberían entrar en contacto con alimentos. Si al calentar un utensilio notas un olor metálico fuerte, es recomendable retirarlo de inmediato.

utensilios de cocina oxidadosSeñales que delatan utensilios peligrosos

La clave para detectar utensilios inseguros está en observar cómo se comportan con el tiempo. Los productos que no son adecuados para uso alimentario se deterioran rápido. Empiezan a desprender olores, cambian de color o muestran una textura extraña. Las sartenes antiadherentes son un buen ejemplo: si el recubrimiento tiene rayaduras, zonas levantadas o pérdida de brillo, pueden liberar pequeñas partículas que terminarán en la comida, incluso aunque la sartén siga funcionando.

También hay que prestar atención a los utensilios decorados. Muchas tazas, platos o recipientes con diseños muy llamativos utilizan tintas o barnices de poca calidad. Si la decoración se nota al tacto, si la pintura se agrieta o si el color se va con los lavados, es muy probable que parte del pigmento termine mezclándose con los alimentos. Las tintas seguras deberían estar selladas bajo una capa transparente resistente, y si no lo están, es mejor evitar ese utensilio.

El olor es otro indicador clave. Los materiales seguros no desprenden aromas químicos al calentarse. Cuando un utensilio nuevo huele a plástico recalentado o pintura húmeda, lo más probable es que incluya sustancias volátiles que pueden terminar migrando. Y si un utensilio que parecía seguro comienza a generar olores extraños tras varias semanas de uso, es señal de que se está deteriorando. Los utensilios que se vuelven opacos, que destiñen o que dejan residuos al lavarse tampoco son apropiados para alimentos.

Incluso el comportamiento durante el lavado puede ser revelador. Si el color se pierde con facilidad, si el utensilio deja restos en la esponja o si aparecen zonas donde el material se pela, es evidente que no está pensado para un uso alimentario continuado. En ocasiones, estos productos se fabrican solo con intención decorativa, pero terminan usándose en la cocina sin que nos demos cuenta. En general, cualquier utensilio que pierda material visible debe retirarse sin dudarlo.

Cómo elegir utensilios seguros sin complicarse

Elegir utensilios seguros no requiere conocimientos técnicos, solo un poco de atención. La regla más importante es optar por productos que ofrezcan información clara y verificable. Un utensilio seguro indica su material, si es apto para alimentos y quién lo fabrica o importa. Cuando un producto no muestra ningún dato, viene en envases genéricos o parece demasiado barato para su tipo, es más probable que incluya materiales inseguros.

El aspecto también da muchas pistas. Los utensilios fabricados con buenos materiales tienen superficies uniformes, colores estables y acabados sólidos. No se deforman al tocarlos, no huelen y mantienen su aspecto tras varios usos. En cambio, los utensilios de poca calidad suelen ser muy ligeros, tener bordes mal acabados o presentar irregularidades visibles que indican una fabricación deficiente. Aunque puedan parecer económicos, acaban resultando más caros porque se deterioran rápido y hay que reemplazarlos.

También es fundamental usarlos correctamente. Incluso un utensilio seguro puede liberar sustancias si se usa de manera indebida. Calentar plásticos no aptos en microondas, utilizar utensilios metálicos sobre superficies antiadherentes, cocinar a temperaturas extremas o lavar ciertos materiales con estropajos abrasivos acelera su deterioro. Siguiendo las instrucciones del fabricante y revisando de vez en cuando su estado, reducirás enormemente los riesgos.